CAPITULO
1
David, era un joven de dieciocho
años, que por primera vez abandonaba su hogar y aquel entrañable entorno
familiar, para ir a la universidad. Debido a que David provenía de gente
humilde, no podía costearse una famosa y cara institución. Pero lo que a él le
importaba, era ver al fin su deseo de dedicarse a la enseñanza. Vivió aquel
verano como si fuese el último antes de su marcha. Pero tras aquellos meses
llegó lo que tenía que llegar. Como todas las despedidas, ésta fue tan emotiva
y dramática, debido al duro hecho de no verse en meses. Pero lo que también era
cierto, es que la vida de David, tomaría un giro inesperado. Era algo, que tal
vez él no llegara a imaginar por más lo que lo quisiera.
Tras muchas horas de viaje, el chico
llegó al que a partir de entonces sería su hogar. La universidad a la que iba,
tenía un complejo residencial para los estudiantes. Un barrio con pequeñas pero
acogedoras casas, donde los universitarios estarían más cómodos. David, buscaba
la casa nº 33, pero pensando donde se había metido. Caminaba entre decenas de
jóvenes que le miraban fijamente, y decían: “¡Eh mirad, un novato!”. De
repente, un joven se le acercó.
- ¿Nuevo en el barrio?
-Si_ respondió
-Pareces muy nervioso. ¡Tranquilízate
tío! ¡Me llamo Alex! _ se presentó aquel chico
- ¡Ah! Yo soy David
- Pues David, yo al principio también
estaba algo nervioso en mi primer día. Y ya ves, estoy mejor que en mi propia
casa. Me hice nuevos amigos, me enamoré… En fin, no puedo quejarme. ¿En qué
casa te ha tocado?
-Estoy buscando la nº33
- ¡¿No me digas?! ¿En serio?
- ¡Si! ¿Qué ocurre con esa casa?
-No nada. No ocurre nada con esa
casa. Solo que es la que está frente a la mía. Ven te acompañaré a tu nuevo
hogar. Te doy la bienvenida oficial a nuestro barrio universitario.
- ¡Muchas gracias!
- ¡No las merece! Oye te doy unas dos
horas para que hagas lo que tengas que hacer y luego me llego a por ti, te enseño
todo esto, y te ayudo a hacer amigos. Ya verás cómo te sentirás mucho mejor. Y
no voy a aceptar que me digas que te da vergüenza o cualquier otro pretexto.
- ¡Vale! Estaré listo dentro de dos
horas. Y de nuevo muchas gracias. Es que siempre he estado con mi familia, y en
verdad, no he tenido muchos amigos.
- No te preocupes David. Esta vida te
gustará tanto, que te olvidarás de todo lo vivido antes.
David, tras despedirse de su nuevo
amigo Alex, entró en su casa. Un lugar acogedor y perfecto para vivir. Pero
seguía echando en falta a su familia. Deshizo las maletas, guardó su ropa, se
preparó algo de comer, se dio una ducha, y procuró vestirse lo más cool que
pudo, para impresionar a los otros jóvenes. Aún no habían pasado las dos horas
y ya estaban llamando a su puerta. Él se preguntaba que quién podría ser. Se
acercó a la puerta y la abrió. Era Alex.
- ¡Eh, hola tío! Sé que te dije dos
horas, pero es que vamos a hacer una fiesta en mi casa. Deja todo lo que estés
haciendo y ven conmigo. Te confesaré algo: soy el chico más popular de estos
contornos. Mientras estés conmigo no te faltarán ni amigos ni nada. ¡Pero eso
sí! Si siempre vas a ser así de tímido con todo el mundo…
-No, trataré de cambiar. Es que todo
esto es nuevo para mí. Pero voy a tratar de esconder al David tímido y a sacar
al David revolucionario.
- ¡EH! Así me gusta. Aprendes rápido.
Ven te voy a presentar a mi pandilla. ¡Chicos, mirad a quien traigo!
- ¿Un novato? _ preguntaron todos
extrañados.
-No es un novato cualquiera. ¡Es mi
novato! Y os aseguro que tiene madera para pertenecer a nuestra pandilla. Se
llama David. Bien te los voy a presentar. Éste melenas es Roberto. No te dejes
llevar por la primera impresión.
- ¡Hola David!
-Este de aquí que parece tan flipado,
es Samuel. Él no lo querrá admitir, pero era tan tímido como tú o más.
- ¡Eh! No te pases Alex, simplemente
estaba en otra órbita.
-Este chico que parece tan formal, es
Antonio.
- ¿Qué hay David?
-Ésta guapa rompecorazones de pelo
dorado es Tania. ¡Y no tiene novio!
- ¡Hola David!
-Y por último, pero no menos
importante la mejor amiga de Tania, Ana. Y por cierto, esta preciosidad tampoco
tiene novio.
- ¿Cómo estás David?
-Chicos, quiero que tratéis a David
como a vuestras vidas. Está pasando un momento de ‘tierra trágame’.
- ¡No te preocupes Alex! A mi David
me ha caído muy bien. _ dijo Ana_ ¿Y a vosotros?
- ¡Pues claro que sí! _ respondieron
todos
- Os voy a dejar con David. _ dijo
Alex_ Voy a buscar a Teresa. Es la única que falta y la más importante. Es la
mitad de mí. Enseguida vuelvo.
David se quedó intentando caer bien a
aquellos jóvenes. Pero pese a la angustia que estaba pasando, pensando si les
caía bien o mal, si todo lo que hacían lo hacían por Alex o si podría cometer
cualquier cosa que hiciera que se rieran de él. Cuando se ponía nervioso, su
lengua tendía a trabarse, a decir estupideces o a no decir nada.
Pero por otro lado quería demostrarse
a sí mismo que podía romper el hielo. Pero cómo. ¿Qué conversación podía sacar?
¿Qué quieren estudiar? ¿Cómo fue su primer día?... Por suerte, Fue Ana quien
rompió el hielo.
- ¿No tomas nada David?
-No, es que no bebo alcohol.
- ¿En serio tío? _ preguntó Roberto_
¡Eso hay que cambiarlo! Ven conmigo David, te voy a servir una cerveza.
-Muchas gracias, pero no me gusta la
cerveza.
-Bueno, entonces tomate uno de mis
cócteles, famosos en toda la universidad. Tranquilo David, no le pondré mucho
alcohol. Verás cómo un poco, no hace mal alguno a quien lo toma.
David en el fondo, no quería beber nada que
tuviera alcohol, pero creía no tener salida. Mirase a donde mirase, todos
bebían. E incluso fumaban.
- ¡Toma David! Este cóctel, es de los
mejores de cuantos he preparado. Demuéstrame a mí y a los demás, que eres un
hombre de verdad. Y ya oíste a Alex. Tania y Ana no tienen novio.
¡Sorpréndelas!
Roberto y David se reunieron con el
resto de la pandilla.
- ¡Mirad chicos! ¡David quiere
demostrarnos de que material se forja un hombre! _ dijo Roberto_ Samuel nos lo
demostró a la segunda. ¡Tienes que demostrarnos quien manda!
-Si te lo bebes todo de un tirón,
Tania y Ana te darán un beso_ dijo Antonio_ ¿Verdad chicas?
-¡¡SI!!_ respondieron al unísono.
David los miraba, y a la vez miraba
el cóctel pensando qué diantres estaba haciendo. Estaba en un dilema: ¿se bebía
el cóctel para caer bien a la pandilla o no lo hacía y quedaba ridiculizado? Se
decidió por lo primero, diciéndose a sí mismo que no podía creerse lo que iba a
hacer. Sus nuevos amigos se empezaban a impacientar y a repetir “¡Bebe, bebe!”.
Hasta que se decidió y empezó a beber y a beber. Y de una vez, vació el vaso.
-¡¡¡GUAU!!! Eres todo un tío_ dijo
Roberto
-Tu premio_ dijeron las chicas antes
de besarle.
-Alex tenía mucha razón_ dijo Samuel
- ¿En qué? _ preguntó David
-Tienes madera para ser de los
nuestros_ respondió Samuel.
Los chicos agarraron de los brazos a
David, y empezaron a pasearle por todas partes, cantando y gritando que había
llegado al barrio un huracán que iba arrasar con todo.
Al poco rato, llegó Alex. El cual vio
a Tania y Ana solas.
- ¡Eh chicas! ¿Dónde están David y
los demás?
-Pues verás, _ explicaba Ana _
ofrecimos a David una cerveza. Pero él no la quiso. Decía que no le gustaba.
Así que Roberto, le preparó uno de sus famosos cócteles. Los chicos le dijeron
que si demostraba ser un verdadero hombre y se lo tomaba de un tirón, tendría
como premio un beso de Tania y mío.
- ¿Y fue capaz? _ preguntó Alex.
- ¡Sí! _ continúo Ana_ Entonces los
chicos, lo cogieron y empezaron a pasearlo por entre la gente, gritando que
David es un huracán. Y por cierto, ¿no ibas a por Teresa?
-Así es. Pero no puede venir a la
fiesta.
- ¡Mirad, hay llegan los chicos! _
exclamó Tania
- ¡Eh David! Las chicas me han
contado tu hazaña. ¡Muy bien hecho! ¿Qué, te sientes ahora mejor?
Pero David empezó a sentirse mal, e
incapaz ni de responder a Alex. Cuando los chicos soltaron a David, éste cayó
desplomado al suelo. Todos los que lo vieron, empezaron a reírse de él.
Incluyendo a su nueva pandilla. Alex preguntó a Roberto que qué le había echado
a ese cóctel. Y éste le respondió que le echó un poco de cada cosa. Alex les
dijo que le ayudasen a tumbarlo en el sofá.
Al día siguiente, David despertó con
terrible dolor de cabeza en la casa de Alex. Todo el lugar estaba repleto de
basura, y olía mal a alcohol y a tabaco. Fue a buscar Alex para decirle que se
iba, pero éste dormía. David no quiso despertarlo. Así que fue a su casa, se
tomó algo para el dolor de cabeza y se dio una refrescante ducha. Cuando miró
su móvil, tenía once llamadas perdidas de su madre. Entonces recordó que con
todo aquel jaleo, olvidó llamarla al llegar. Y después con lo de aquella
dichosa fiesta... Así, que llamó a su madre.
- ¡Hola mamá! Siento muchísimo no
haberte llamado.
- ¿Hijo? Porque no nos llamaste. No
he podido dormir en toda la noche. Estaba angustiada, al no saber nada de si
habías llegado o no, si estabas bien…
- ¡Sí mamá! Estoy bien. Es que al
llegar, entenderás que estaba desorientado. Solo pensaba en lo nuevo y distinto
que era todo para mí. Y nada más llegar al barrio universitario, hice amigos
que me invitaron a una fiesta…
- ¿Son buenas personas?
-Sí, no debes preocuparte.
- ¿Toman drogas o algo?
-No
- ¿Estás seguro?
- ¡Que si mamá! No te preocupes.
Luego te llamo.
-No me hagas igual que ayer. Que te
echamos mucho de menos.
-Tranquila, que si te llamo.
Tras finalizar la llamada, se fue a
dar un paseo para despejarse. Todo el barrio estaba tan tranquilo, que casi
parecía estar abandonado. Mientras caminaba, pensaba en lo ocurrido el día
anterior. Y le resultó agridulce. Por un lado, le gustó congeniar tan bien con
aquella pandilla. Pero por otro, no debió haber bebido. Y aquellos supuestos
amigos no debieron incitarle cuando él dijo que no quería alcohol. Pero pese a
todo, quería caer bien. Y nunca antes unas chicas le habían besado. Y sí, le
parecían guapas. Sin embargo, no se sentía atraído por ninguna. Y quería que no
se corriera el rumor de que se tomó de golpe aquel cóctel para ligarse a esas
chicas. En realidad, ni él mismo sabía porque se bebió aquello. Y esperaba que
jamás tuviera que enfrentarse a la misma situación: entre la espada y la pared.
Ya los jóvenes universitarios empezaban a despertarse y a salir a tomar el
aire. Y David, antes que salieran más personas, se escondió como había hecho
siempre, entre los muros de su casa. Sentía que no congeniaba con los chicos de
su edad. Era una idea que tenía muy arraigada y con la que no podía luchar. Él
culpaba, a aquellos niños que en el colegio no paraban de insultarle y pegarle
durante años. Desde entonces, se sentía inferior a los demás. David, trataba de
quitarse eso de la cabeza. Pero por más que lo intentaba, era en vano.
CAPITULO
2
No habían pasado más que unas horas,
estando David relajado en el sofá tratando de calmar su dolor de cabeza, cuando
llamaron a la puerta.
- ¡David! ¡Soy Alex! ¿Estás en casa?
David se levantó, y fue a abrir la
puerta.
-Tío, siento lo de anoche_ dijo Alex
- ¡No pasa nada! No tienes por qué
preocuparte. Como ya te dije ayer, no estaba habituado a este mundillo.
-Y ¿qué? ¿Te encuentras bien?
-He estado mejor. La verdad sea
dicha.
-Pues ven David. En mi casa tengo una
medicina santa que te aliviará.
David salió de su casa para ir a la
de Alex. Y una vez allí, no pudo evitar pensar que Alex podría ser un buen
amigo, pero bastante sucio. Su casa aún tenía la basura y los olores que
dejaron la fiesta. Alex dio aquella medicina a David. Y éste, en gratitud, se
ofreció a ayudarle a limpiar aquel desorden tan maloliente. Alex en un
principio se negó. Pero al final, ambos amigos, empezaron su higiénica labor.
Tras una larga hora sin descanso alguno, la casa presentaba otro aspecto. Y
desde luego otro aroma. Alex y David se sentaron en el sofá mientras se tomaban
un refresco y charlaban. Y en medio de tan buen ambiente, llamaron a la puerta.
- ¿Quién será? _ se preguntó Alex.
Alex se levantó del sofá y se
dirigió a la puerta. Y al abrirla, David vio a una chica, que le hizo sentir
algo que no era capaz de describir. A sus ojos, parecía un ángel. Pero lo más
curioso, es que aquella chica, cuando la puerta se abrió, no miró a Alex
directamente. Sino que su mirada, se dirigió a David. Sus miradas se chocaron. Y sus
expresiones se endulzaron. Alex, los observó atentamente, y se puso en medio de
aquellas miradas, interrumpiendo aquel momento.
- ¡David! _ exclamó Alex con cierto
tono_ Esta es mi novia Teresa. Teresa, este de aquí, es mi nuevo amigo David.
- ¡Ho, ho, hola! _ tartamudeó David_
¡Encantado de conocerte!
- ¡Lo mismo digo! _ exclamó Teresa
Ambos, tras la presentación, se
quedaron mirándose sin mediar palabra. Parecían decírselo todo con la mirada. Y
eso era algo, que a Alex no le gustaba demasiado. Así que, envuelto en celos,
dijo:
-David, por favor, ¿nos dejarías a
solas a Teresa y a mí? _ dijo suavemente, para disfrazar su enojo_ Te lo
agradecería mucho.
- ¡Sí, sí!, ¿claro? ¿Por qué no? _
dijo David con su boca, aunque no con su corazón.
- ¡No es necesario que se vaya! -
exclamó Teresa
- ¡No, sino me importa! _ exclamó
David_ De todas formas, yo ya me iba.
- ¡En serio, puedes quedarte si
quieres! _ dijo Teresa_ ¿Verdad Alex?
- ¡Bueno! _ respondió Alex_ No hay
ningún problema
- ¡No! ¡Muchas gracias! Pero tengo
que prepararme el almuerzo
-Si quieres puedes quedarte aquí a
comer_ sugirió Teresa_ Yo sé cocinar. Y me sentiré ofendida si no te quedas.
-Siendo así y si no hay
inconveniente…_ aceptó la invitación.
-Si tío, quédate si quieres. _ dijo
Alex
-¡¡Genial!!_ exclamó Teresa_ Voy a
prepararos un plato… que os dejará sin palabras.
- ¡Déjanos ayudarte! _ pidió David.
-Bueno, si os hace felices…
Teresa y David parecían llevarse muy
bien. David le contó lo más básico de su vida a Teresa. Que no tenía muchos
amigos, que era muy tímido, que estaba muy apegado a sus padres… Y Teresa, le
dijo que en cuestión de amigos, ya no se lamentaría más. Y que si alguna vez
necesitaba ayuda, un hombro sobre el que llorar, o alguien en quien confiar, ya
jamás estaría solo. Alex, se sentía desplazado por primera vez en su vida. Y la
sensación lo enfurecía, de tal modo, que ardía por dentro.
Una vez la comida preparada, entre
los tres pusieron la mesa. Y empezaron a comer.
- ¡Dios Santo! _ exclamó David_ ¡Está tan
delicioso…! No tengo palabras para describir esta exquisitez. ¡Si me oyera mi
madre…!
-Si cariño, está muy rico. _ dijo
Alex
Teresa conocía muy bien a su chico. Y
por el modo de elogiar su comida, ese tono, indicaba que estaba algo celoso. Y
quiso demostrarle que no tenía por qué estarlo.
-Alex y yo, _ empezó hablando Teresa_
nos conocimos el año pasado. La verdad es que yo jamás había tenido novio. Y
eso que todas mis amigas los coleccionan. Tenía como uno de mis principios,
jamás salir con alguien hasta los dieciocho. Y con diecisiete, empecé con Alex.
Nunca me sentí importante. De hecho, había veces que creía no existir. Pero con
Alex, nunca más me he vuelto a sentir así. Alex no hace nada que yo no quiera.
Y eso que soy bastante rara. Me refiero, a que no soy como las otras chicas.
Sólo creo en el amor entre dos personas. Que cada cual, nace incompleto, hasta
que llega un día, en que ves a tu a otra mitad. La mayoría sienten atracción y
lo confunden con amor. Y así, una persona cree estar enamorada de quince
personas diferentes.
-Yo opino igual_ dijo David_ Incluso
hubo dos o tres ocasiones, en que no me sentí del todo marginado.
- ¿A qué te refieres? _ preguntó
Teresa.
-Aunque para mí es muy increíble,
hubo dos o tres chicas que lograron ver algo en mí que ni siquiera yo he visto
aún.
- ¿El qué? _ preguntó Teresa.
- Vieron en mí… tal vez belleza, o no sé…
La cuestión es que se interesaron por mí. Me decían que era guapo, atractivo,
se acercaban muy a menudo y me elogiaban sin haber hecho yo nada… En una
ocasión, una chica que ni conocía, y que de hecho solo he visto una sola vez,
se me acercó, se sentó junto a mí con una expresión tan dulce, que jamás podré
olvidarla. Y con una voz tímida, se atrevió a preguntarme si tenía novia, si
salía por las noches… Y yo fui el ser más patético del mundo, cuando le respondí
que no tenía novia, ni nada, porque los estudios me tenían muy ocupado. Ella,
siguió mirándome con ternura y yo me sentí afortunado de vivir aquel momento.
Pero aquello, como las otras veces, fue un tren que dejé escapar. Y aquí estoy,
en el andén, esperando el próximo tren.
David, no pudo evitar entristecerse.
Así que Teresa, para animarlo continuó.
-David, ¿quieres que te diga algo?
- ¡Claro!
-Esas chicas, lo que vieron en ti, no
es más que lo que realmente eres. Antes en la cocina, nos contaste a Alex y a
mí, lo mal que lo pasaste en el colegio. Y has dejado que ese veneno, tanto el
recuerdo de aquello, como las humillaciones de aquellos idiotas, te devoren por
dentro. Y sé que no eres el único. Hay otra gente que al igual que tú, se
siente así. Pero la verdad, es que hay dos tipos de personas: las que tienen
corazón y las que no. Y no a nuestro favor, predominan las segundas. Esas
chicas tienen corazón, por eso fueron capaces de ver el tuyo. Un corazón que
oculta hermosura y que necesita su otra mitad. Es cierto, que tal vez yo no me
sentía tan vacía como te sientes tú. Pero soy capaz de entenderte y sentir lo
que sientes. Tanto que casi no puedo hablar. Esa tristeza que llevas contigo,
parece contagiosa. Pero aunque yo no viva en este barrio, Alex sí. Y si me
enamoré de él, es porque tenemos mucho en común. Y seguro que lo mismo que te
he dicho yo, te lo hubiera dicho él. Y como te decía antes, jamás volverás a
echar en falta la amistad.
- ¡Muchísimas gracias! ¡De verdad! En
cierto modo, me siento desahogado. Nunca antes hablé de esto con nadie.
- ¡Alex! _ exclamó Teresa_ Llevas un
buen rato sin decir nada. Y eso no es propio de ti.
- ¿Qué queréis que os diga? David
necesita muchas de nuestras fiestas para animarse. Ayer le invité. Y al
parecer, cuando fui a buscarte, Roberto le preparó uno de sus famosos cócteles
y David se desplomó.
- ¡Si, es verdad! Es que yo no estoy
habituado a beber. De hecho, el alcohol… Bueno, la verdad es que no me gusta. Y
creo que bebí para caer bien. Ya sabéis, era mi primer día y no quería que todo
el mundo creyera que era… no sé. Que no quería que empezaran a reírse de mí.
- ¡No te preocupes David! _ dijo
Alex_ No te volverás a encontrar en esa situación. Y nadie se reirá de ti. Como
ya te dije ayer, mientras estés conmigo, no te faltará de nada.
Los tres amigos, continuaron hablando
entre risas. Salieron a tomarse el postre y David se sentía afortunado, como
pocas veces se había sentido. Pero, desde el momento en que vio a Teresa por
primera vez, creyó haber visto a la chica de sus sueños. Aunque eso no podía
ser. Ya tenía novio. Debía resignarse. Y también, ¿por qué debía ella sentir
algo por él? Pero cada vez que cerraba los ojos, la veía, la olía, la sentía… y
su corazón parecía salirse del pecho.
Temía que Teresa se hubiera dado
cuenta de lo que sus ojos decían. Pero aún temía más, que Alex creyera que
quería a Teresa y su noviazgo peligrase. Ante todo, David se consideraba buen
amigo de sus amigos. Y no pensaba hacerle nada parecido.
Tras varias horas juntos, Teresa dijo
que tenía que irse.
-Bueno chicos, tengo que irme. _ Alex
y Teresa se besaron y continuó despidiéndose_ Ha sido todo un placer conocerte
David. Espero que nos veamos a diario. Porque eres uno más de la pandilla.
-Lo mismo digo_ continuó David_ Ha
sido un enorme placer conocerte y espero que nos veamos más.
-Bueno…_dijo Teresa_ no os entretengo
más. ¡Adiós!
-¡¡Adiós!!_se despidieron Alex y David al unísono.
Tras un rato de silencio Alex
preguntó.
-Qué David, ¿qué te parece mi chica?
-Es muy simpática.
- ¿Sólo eso? ¡Venga ya! He visto como
la mirabas. Y no estoy enfadado. ¡Si es verdad! Teresa es una chica muy guapa.
No serías un hombre si me lo niegas.
-Bueno… ¡Sí! Es muy guapa.
- ¿Ves tío? No es malo reconocer que
mi novia te parece guapa. No eres el único ¿sabes? Lo que sí es cierto, es que
ninguno de mis otros amigos había jamás congeniado tan bien con ella. Desde
luego, ha visto algo en ti que creo que le atrae.
- ¡Yo no lo creo!
- ¿De veras David? Porque a mí no me
lo parece.
-Pero ya la oíste, tú eres su otra
mitad. Para ella, no hay otro amor más que el tuyo.
- ¿Sabes qué? ¡Qué tienes razón
David!
- ¡Pues claro que tengo razón!
Después de aquella pequeña charla,
los dos jóvenes continuaron rumbo a casa, mientras hablaban un poco de todo.
Alex en mitad del camino, recibió una llamada. Era la pandilla que David había
conocido la noche anterior.
-David, los chicos que conociste
anoche y yo, acabamos de quedar para dar una vuelta y hacer cosas divertidas.
Que, ¿te apuntas?
- ¡No, muchas gracias! Me gustaría
descansar un poco.
- ¡Venga hombre! ¡No seas aburrido!
Te lo pasarás genial.
- ¡Si, si no lo dudo! Y te lo
agradezco. Pero hoy no me apetece.
- ¡Está bien! ¡Cómo quieras! Toma mi
número de teléfono, y si cambias de opinión me llamas y asunto resuelto.
- ¡Gracias! ¡Así lo haré!
David, continúo sólo el camino. Tenía
la intención de llamar a su madre nada más llegar a casa y contarle todo lo
ocurrido en el día. Bueno, tal vez, no todo. Que había conocido a la novia de
su amigo Alex y que creía haberse enamorado de ella, era mejor que no lo
supiera. Esas son la clase de cosas, que uno se guarda para sí mismo y por
supuesto no se cuentan a cualquiera.
Mientras tanto, Alex y los demás,
hablaban de David.
- ¡Eh chicos! ¿A qué no sabéis lo que
ha pasado hoy? _ preguntó Alex.
- ¡No! Cuenta, que nos tienes
intrigados.
- ¡Pues veréis! Esta mañana, David conoció
a Teresa. Y creo que se ha enamorado de ella.
- ¡¿Cómo?!_preguntaron todos.
- ¡Lo que oís!
- ¿Y él te lo ha dicho?
-No verbalmente, pero su expresión lo
decía todo.
- ¿Y tú crees que Teresa, se habrá
dado cuenta? _ preguntó Antonio.
-Estoy seguro de que sí_ respondió
Alex.
-Entonces, ¿cómo ha reaccionado ella?
_ preguntó Tania.
- ¡He ahí la cuestión! _ continuó
Alex_ A ella parecía gustarle. Con deciros, que por primera vez me he sentido
insignificante. Tendríais que haberlos visto. Hablando ellos solos sin notar mi
presencia. Él le contó la dramática historia de su vida y ella consolándole.
- ¿Dramática? _ preguntó Samuel
- ¡Sí! Al parecer en el colegio fue
un pardillo, impopular, el objeto de todos. Y dice que se siente solo e
inexistente.
- ¿Ya no te cae bien? _ preguntó Ana_
Porque a mí el pobre, me cae bien y hasta incluso sentí pena por él cuando cayó
desplomado.
Todos empezaron a reírse.
- ¡Sí! Tal vez sean tus celos los que
te hayan hecho perder afecto por él_ dijo Tania_ Porque, a fin de cuentas,
David no te ha hecho nada. Sólo ha hecho muy buenas migas con Teresa.
- ¡En estos momentos, estoy confuso! _
respondió Alex_ Tal vez me he precipitado.
- ¡Claro que te has precipitado! _
exclamó Roberto. _ David no tiene ninguna posibilidad con ella. ¡Y lo sabes!
- ¿Sabéis qué? _ continuó Alex_ ¡Qué
tenéis mucha razón! Mañana, haremos una fiesta especial, dedicada a David.
-¡¡¡SÍ!!!_ Exclamaron todos.
-Después de todo, _ dijo Alex_ David
es digno de lástima.
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